Visión Analítica Tabasco - No sabe, no puede y no entiende

No sabe, no puede y no entiende

[tta_listen_btn listen_text=”Reproducir la nota”]

López Obrador tiene uno de los peores defectos en un gobernante: la inercia de la inmovilidad. Cuando se le saca de su zona habitual de acción, queda pasmado. Reacciona, pero sin adaptarse a ese entorno alterado. Ofrece la misma respuesta ante una pregunta distinta.

La destrucción de Acapulco y otras áreas de Guerrero por Otis no tiene paralelo. En términos materiales, aunque las pérdidas humanas sean lo más importante, ha sido como una rápida y feroz guerra, el resultado de un brutal bombardeo por parte de la naturaleza, derribando o al menos dañando aquello que encontraba a su paso.

Los actos reflejos del presidente se accionaron de inmediato: haz un espectáculo para compensar por la ineptitud, minimiza el problema, embiste con dureza a la oposición y proclámate mártir porque te atacan. Se convierte en el principal damnificado. El predecible guion nunca tiene tiempo de empolvarse. Pasamos de “pero el PRI robó más” a “pero con Katrina en Nueva Orleans hubo más muertos”. Lo único que le faltó agregar es que el huracán le vino como anillo al dedo.

El tabasqueño nunca entendió que la destrucción institucional no solo era un camino para eliminar contrapesos e incrementar su poder, sino un tiro en el pie al dañar a su propio gobierno. Hoy como nunca se necesita de los recursos y sobre todo los mecanismos de rápida reacción ante una emergencia que contenía el Fonden. Puede haber presupuesto asignado para emergencias, nunca suficiente ante una tragedia como la provocada por Otis, pero no se utilizará con eficiencia y menos con rapidez.

Cuando explotó la pandemia del Covid en 2020, AMLO dijo que no hacía falta apoyar más a las familias, ya estaban los programas sociales aportando recursos, solo había que ampliarlos en cobertura. Exactamente la misma respuesta ante Otis: adelantar pensiones (sin dar nada extra) y expandir programas sociales. A meter más gente, obviamente con la arbitrariedad de los servidores de Morena determinando los nuevos beneficiarios. Se agregarán unos meses de canastas alimentarias semanales y sin pagar luz, una ayuda monetaria menor para reparar viviendas y locales, y poco más.

No podía faltar el ofrecimiento de la recuperación veloz por decreto presidencial. Cuestionado sobre si la reconstrucción tomaría dos años como habían dicho empresarios, el tabasqueño respondió que pensaba que menos tiempo, que ya para Navidad se notarían cambios. Soltó una frase que mostró el pretexto que usará en el futuro: “Para diciembre ya prácticamente vamos a estar terminando con lo público”. Si Acapulco no se recupera a partir de enero será culpa de los capitales privados; el gobierno hizo lo propio con celeridad. Esto lo dijo el mismo que cada año repite que ya están por llegar los medicamentos, que pronto estará funcionando el sistema de salud pública tipo Dinamarca. Intercaló otra frase clásica de su repertorio: “doy mi palabra” (de que Acapulco se pondrá de nuevo en pie). Esta vez no dijo “me dejo de llamar Andrés Manuel”.

Otis evidenció una vez más al presidente, que en su mente todo lo ha hecho bien y que no merece la menor crítica, al ser que rezuma odio y resentimiento cuando se le confronta con los resultados de su ineptitud. Como tantas veces, apareció el demagogo autoritario que considera que lo que desea se logrará porque así lo anuncia. El presidente impotente, rebasado por los acontecimientos, encontró, una vez más, refugio en su egolatría y su imaginación. No sabe, no puede y no entiende.

Por Sergio Negrete Cárdenas

Check Also

El torpedeo de AMLO a la negociación de las reformas

[tta_listen_btn listen_text=”Reproducir la nota”] El presidente López Obrador parece dedicado a impedir cualquier cambio en la …